Merece la pena perderse en sus lagos y frondosos bosques.


Su contorno es rico en yacimientos arqueológicos de la época prehistórica (existen silos del neolítico tanto en denominada Mesa de Carrasco como en El Esparragal), ibérica (la cerámica ibérica hallada en diferentes zonas es abundante) y romana (Los restos de época romana son abundantísimos; desde los encontrados en las huertas del río Guadiamar, en cuyas fuentes se construyó la presa y primitivo acueducto de Itálica, hasta los restos de murallas y termas junto al complejo hidráulico de la Fuente de los Caños, pasando por numerosos restos aislados de edificaciones de diferente envergadura. En el paraje denominado Castrejón (de castra=campamento) en el cortijo El Esparragal existen unas pequeñas termas, recientemente restauradas. El cerro sobre el que se asienta Gerena está ligado también a unas termas muy próximas, y el el Rancho y otros lugares quedan testimonios de que sus habitantes no fueron simples espectadores ante la llegada y asentamiento romano, sino que participaron activamente. Es posible que fuera lugar de residencia de altos funcionarios, oficiales de la guarnición de la fortaleza y veteranos del ejército recompesados por sus servicios.
En 1996 contaba con una población de 761 habitantes. El pequeño núcleo urbano se localiza en la llamada Sierra de Zapateros. La historia de esta localidad ha estado unida hasta hace poco tiempo a la del municipio de El Castillo de las Guardas, al que pertenecía como Aldea. Los primeros indicios de asentamiento humano en la zona son del perido calcolítico, aunque el punto de partida de la actual población puede situarse en tiempos visigodos. Tras la dominación musulmana y la posterior conquista por parte cristiana, la zona comienza un lento desarrollo.
El Garrobo es incendiado por los franceses en 1810, siendo porteriormente reconstruido.
